Había sido arrancada de
los brazos de sus padres hacía mucho tiempo. La habían arrojado en
aquel agujero y desde entonces solo había contemplado la absoluta
oscuridad.
Perdida toda esperanza,
en un descuido de sus captores, había logrado terminar con ellos con
increíble rapidez. Con gran celeridad, atravesó el pasillo que
conducía hacia la calle. Cuando salió al exterior, el sol abrasador
la hizo frenar en seco. Desconcertada, su cuerpo comenzó a echar
humo y a sufrir un dolor insoportable. Regresó de inmediato al
interior de la casa. Horrorizada, contempló en el espejo de la
entrada que no se reflejaba.